Enfrascados en unas semanas donde el fútbol ha conquistado la actualidad, y donde parece que las ruedas de prensa monopolizan los partidos, el cortometraje de 1997 de Antonio Conesa recurre al verdadero espíritu del fútbol para dar una lección de vida.
El director, que ha trabajado entre otras cosas en el famoso corto "Hutza (La Hiedra)", la producción de "El origen del problema" o el guión de la película "Aunque tú no lo sepas", cuenta en este caso una pequeña historia de ganadores y perdedores donde el guiño atlético será compartido por todos los espectadores, independientemente de sus colores.
Un jovencísimo Javier Pereira y la presencia de Manuel Morón llenan la pantalla con una relación paterno filial que no necesita grandes palabras, una conexión compartida con el espectador con cierto pudor, como mirando con reparo desde un pequeño agujerito. Participan también Consuelo Trujillo, Paco Catalá, Yohana Cobo, Lorena Rosado, la narración de Mario Arenas y la inconfundible retransmisión futbolística de Matías Prats.
La nostalgia da valor a los recuerdos emborronados, nos lleva a aquellos días en que las lecciones, muchas veces en forma de hostia, llegaban de todos lados. Quince minutos de cine donde el fútbol no es solamente 22 tíos corriendo tras un balón, es gritar, reír, llorar, patalear, sufrir y disfrutar. Puro sentimiento.
Porque el día que descubres que perder forma parte del juego, deseas con más fuerza la revancha
Y tú, ¿qué opinas?
Próximamente más, y si es posible...mejor
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